Tras visitar Hawai’i, nuevamente nos encontramos viajando a otra isla polinésica administrada por una nación lejana: la isla de Rapa Nui[1]. La isla es de origen volcánico y en cada uno de sus tres extremos posee volcanes o inactivos o extintos.
Por un error de coordinación con Karen ❤️, yo compré mi vuelo de vuelta para un día después que el de ella, así que tuve un último día de aventuras en solitario.
Día 1: Explorando Hanga Roa
Directamente al bajar del avión se encuentra la caseta de venta de entradas para el Parque Nacional Rapa Nui[2], el que comprende varias regiones protegidas en la isla, en especial las relacionadas a los moais y otros sitios arqueológicos.
Como nuestro alojamiento estaba a una distancia caminable, decidimos irnos a pie. Una vez llegamos a nuestro alojamiento, salimos a conocer Hanga Roa, el único centro urbano de la isla. El primer hito al que llegamos fue la Iglesia de Santa Cruz[3]. Esta parroquia destaca por que mezcla la simbología católica con la mitología Rapa Nui.
Después fuimos a echar una mirada a las tiendas de Hanga Roa, para ver las opciones de tours o arriendo de vehículos. Así, terminamos en una cafetería donde probamos Po’e, un postre basado en plátanos y zapallo.
Día 2: Rano Kau, Museo y Ahu Tahai
Al segundo día partimos al volcán Rano Kau[4], ubicado al sur de Hanga Roa. Para llegar al cráter se puede llegar por auto o a pie. El Rano Kau es un volcán extinto y en su cráter alberga un humedal protegido de los elementos.
Además, en el volcán se ubica Orongo[5], que en su tiempo fue una aldea ceremonial ligada al culto de Make-Make[6] y a la competencia del hombre-pájaro, tangata manu[7]. Como parte del ritual del tangata manu, los representantes de los clanes competían por obtener el primer huevo puesto por un manutara[8] en el islote Motu nui, cercano a Orongo.
En Orongo se hallaba el moai Hoa Hakananai’a[9], el cual posee en su espalda varios petroglifos vinculados al ritual del tangata manu, pero este fue sustraído por los ingleses y hoy se exhibe en el Museo Británico de Historia Natural, junto con varios artefactos robados a culturas por todo el mundo[10].
Una vez bajamos del Rano Kau, pasamos a almorzar y proseguimos a visitar el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert[11]. El museo recoge la historia de la cultura Rapa Nui y ha sido importante en la conservación del patrimonio arqueológico en la isla. En él, se encuentra el único moai femenino del que se tiene registro.
Para finalizar el día, pasamos a contemplar los moais del Ahu Tahai[12]. En los pastos aledaños habían dos perritos que andaban con piedras volcánicas pidiéndole a la gente que jugaran con ellos, aunque eran medios reacios a devolverte las piedras una vez se las lanzabas.
Día 3: Rano Raraku, Ahu Tongariki y Anakena
Para partir nuestro tercer día, visitamos Rano Raraku[13], un cráter volcánico de gran importancia en el proceso de tallado de los moais, pues aquí se ubican las canteras de piedra donde partía su proceso de esculpido.
Nuestra siguiente parada se veía desde Rano Raraku: el Ahu Tongariki[14]. Con la cantidad de quince moais, es el ahu, o plataforma ceremonial, con la mayor cantidad de moais de la isla.
Después, llegamos a Anakena[15], la playa en la que según la tradición Rapa Nui fue donde el jefe polinésico Hotu Matu’a desembarcó en la isla, liderando primer asentamiento en la isla. Anakena destaca del resto de la costa rocosa de la isla y es una de las dos playas con arena de Rapa Nui.
Para finalizar el día, fuimos a ver el show de música y danza del grupo Maori Tupuna[16]. El grupo, rescata la tradición Rapa Nui a través de su música y coreografías originales.
Día 4: Puna Pau y Ana Kakenga
El último destino junto a Karen fue la cantera de Puna Pau[17]. Este es el único lugar de la isla donde se encuentra la roca roja de la que se hicieron los pukao de los moais. Los pukao[18] representan los moños que usaban los habitantes de la isla.
Tras separarme de Karen en el aeropuerto, me dediqué a dar otra recorrida a Hanga Roa antes de ir a mi nuevo alojamiento.
Una vez en mi alojamiento, mi anfitriona me recomendó ir a la cueva de Ana Kakenga[19], la que se encuentra ubicada al norte de Hanga Roa. Esta cueva tiene origen volcánico y se usó como refugio, por lo que su entrada fue restringida para tener mejor control de su acceso. La cueva tiene dos aberturas que dan hacia el mar, y desde una de ellas se pueden observar los dos islotes cercanos, Motu Tautara y Motu Ko Hepoko.
Para llegar a la caverna, me dispuse a caminar, pero casi al partir mi camino se largó a llover. Por suerte andaba con paraguas, pero el barro de los caminos fue inevitable.
Día 5: Bonus
Mi última mañana en la isla la dediqué a buscar algunos encargos de recuerdos, para los cuales evité las típicas ferias artesanales y fui directamente al taller de unos artesanos que habíamos visto antes. También aproveché de tomar algunas últimas fotos en Hanga Roa, de las cuales despediremos esta bitácora con una.