El año pasado, estuve un mes en la sede principal de la compañía en donde trabajo, ubicada en pleno Silicon Valley. Junto con cuatro chilenos más, fuimos a conocer al equipo de Estados Unidos y aprovechar de aprender algunas cosas de ellos. En este mal intento de bitácora, contaré algunas de las cosas que me llamaron la atención de Estados Unidos (al menos del área de la bahía de San Francisco) y algunas historias del viaje.
Una de las cosas que me sigue sorprendiendo de Estados Unidos, es que las ciudades están muy orientadas a moverse en automóvil. La primera vez que me tocó vivir esta filosofía urbanística, fue hace unos años atrás, cuando vine para una entrevista laboral y tuve la brillante idea de caminar hasta el hotel desde la estación del BART[1] más cercana.
Esta vez, la compañía nos arrendó un auto, así que no sufrí como peatón, pero no llegué a acostumbrarme a lo distinto de la ciudad.
Fry’s
En el tercer mundo, o al menos en Chile, los productos de electrónica quedan confinados a dos tipos de tiendas: las multitiendas, que suelen tener solo una poca cantidad de electrónica de consumo, y las tiendas especializadas, que aún así son bastante pobres. En cambio, acá existe la Meca de la electrónica: Fry’s. En esta megatienda, se encuentran desde componentes electrónicas, como resistencias y capacitores, hasta computadores e incluso electrodomésticos. Como escuché por ahí, el hecho de que puedas pasar con tu carro y sacar un osciloscopio de las góndolas es de otro nivel.
Stanford
Aunque en Chile tenemos algunos campus universitarios bonitos, nunca llegan a la escala estadounidenses, así que pasamos a visitar uno de los cercanos: Stanford.
Luego de pelear por encontrar estacionamiento[2], empezamos a caminar sin rumbo hasta que nos llamó la atención uno de los museos.
Como llegamos tarde, no entramos el museo en pos de recorrer una fracción más grande del campus. Dado que habían otros edificios con arquitectura interesante, creo que fue una de las contadas veces en la que tomamos una buena decisión.
Cuando llegó la hora de comer, le pedimos indicaciones a un guardia, pero al parecer nos trolleó no le entendimos bien, por lo que terminamos en el sector de las residencias. Aun así, encontramos un patio de comidas y la tienda con ropa y recuerdos de la universidad, la cual es operada por los alumnos para financiar sus actividades. Uno de nuestros compañeros aportó comprando un polerón de su Alma Mater.
Primer fin de semana: San Francisco
Para nuestros fines de semana libres, consultamos con nuestros compañeros locales sobre que lugares eran interesantes recorrer, De ellos, Andy Frazer[3] tenía más experiencia recorriendo los alrededores y nos dio mucha información útil para planificar nuestras salidas. Así, fijamos nuestro rumbo hacia San Francisco.
Caltrain
Para nuestra primera visita a San Francisco usamos el Caltrain[4]. Una de las gracias de éste es que puedes estacionar en la misma estación de tren, así que pudimos llegar en auto a ésta. Como nos dijo alguien de allá, probablemente nadie lo usaría si no fuera así. A mi me gustó que el sistema de venta de boletos del tren y de tickets de estacionamiento fuera automatizado y nos evitara la interacción con gente.
Embarcadero
Una vez nos bajamos del tren, empezamos nuestra caminata hacia la zona del Embarcadero[5]. En la caminata, pasamos por el MoMA de San Francisco[6]. Mientras dos de nuestros compañeros hicieron una visita express a la exposición de turno, nosotros visitamos los alrededores, incluyendo el barrio financiero. Sin embargo, cuando vimos a un guardia vestido con más estilo del que nosotros siquiera podríamos llegar a aspirar, recordamos nuestro tercermundismo y volvimos al MoMA a buscar a nuestros compañeros para ir a almorzar.
Luego de reponer energías, seguimos el camino a nuestro destino. Por algún motivo que escapa a mi comprensión[7], los muelles siempre se llenan de trampas para turistas. Sin embargo, nos habían dado datos del lugar, así que las sorteamos relativamente bien (salvo por las tiendas de recuerdos del Muelle 39).
Al llegar al Embarcadero, nos encontramos con el terminal de ferries, pero un paseo en ferry no estaba en el plan, así que seguimos nuestro camino.
Uno de los muelles que nos mencionó Andy entre sus datos fue el Muelle 7, el que nos dijo que es una ubicación popular para fotografía de matrimonio. Dicho y hecho, cuando pasamos por este, había una sesión fotográfica en curso.
Después de una larga caminata, llegamos al muelle más importante (o por lo menos el más turístico): el Muelle 39. Acá fue nuestro primer encuentro con las prensas de monedas de un centavo o pennies, las que por ¢50 prensan un diseño a elección sobre un penny (o sea, todo te cuesta ¢51). Acá fue donde mis compañeros cayeron ante el canto de sirena de las tiendas de recuerdos.
Luego de pasar velozmente por el Muelle 41 para tomar algunas fotos, nos dirigimos a nuestro próximo destino: Fort Mason.
Por recomendación de otro compañero local, Derek, terminamos nuestra travesía en The Interval[8], un bar/museo cuya temática es “el pensamiento a largo plazo”. En esa línea, tienen una biblioteca cuya idea es recolectar el conocimiento necesario para reconstruir la civilización (desde un punto de vista europeo/norteamericano/occidental, cómo no) o un sistema en el que puedes hacer apuestas con un amigo igual de pretencioso que tú sobre algún evento que pasará mucho después que ambos mueran (como si terminarán de construir el Santuario de Santa Teresa[9] antes de que la U[10] tenga estadio).
Academia de Ciencias
Andy es voluntario en el acuario de la Academia de Ciencias de California[11], así que pasamos a visitarla bajo su recomendación (y para verlo buceando con los peces, pero no lo pillamos). La Academia queda ubicada en el Parque Golden Gate[12], el que parece que te puede tomar días recorrer, mas lamentablemente no disponíamos de ese tiempo. Como siempre, al moverse todo el mundo en auto, hace que los estacionamientos sean escasos, por lo que nuestra primera pelea fue la de encontrar un lugar disponible.
Antes de entrar al detalle de nuestra visita a la Academia de Ciencias, resumiré la experiencia como: me gustaría que en Chile tuviéramos cosas tan bonitas (aunque admito que en los últimos años los museos han mejorado bastante).
Partimos nuestra visita por el ala que contiene los clásicos dioramas que representan algún ecosistema, los que en este caso correspondían a África. En la misma sala, estaba el estanque con pingüinos del El Cabo o pingüinos africanos[13], el que Andy contó que le ha tocado limpiar varias veces.
Luego, pasamos al planetario a ver una presentación sobre la materia oscura, introducida por la voz mismísimo Neil de Grasse Tyson. Durante la presentación, uno de nuestros compañeros cayó en los brazos de Morfeo, gracias a los cómodo de los asientos. Tras profundizar en los misterios de la materia oscura y saltarnos el simulador de terremotos, ya que como buenos chilenos que se mueva un poco el piso es parte de nuestra cotidianidad, nos dimos una vuelta por la exposición sobre Pterosaurios.
Una vez recorridas la exposición, nos dirigimos al biodomo, cuya principal atracción es la variedad de mariposas que allí habitan. Incluso se puede ver cuando algunas salen de su capullo de pupa si se tiene suerte. Aunque muchas de las mariposas son la hiperkinesia encarnada, el domo tiene fuentes con alimento para facilitar la observación de estas y también posee réplicas de tamaño real de muy alta fidelidad, al punto que me costó un rato darme cuenta al principio.
Finalmente, pasamos al acuario. Éste cuenta con una gran variedad de peces, incluidos peces cirujanos[14], los que gozan de popularidad gracias a Dory, de Buscando a Nemo. Otros peces exóticos incluían algunos peces abisales. Y como símbolo de la Academia, en un estanque en el hall central, está Claude, el cocodrilo albino.
Jardín Botánico
Una vez terminada nuestra visita a la Academia de Ciencias, nuestro plan era visitar el Golden Gate. Sin embargo, la idea era llegar cuando empezara a oscurecer, por lo que disponíamos de un rato libre antes de partir. En ese entretanto, hicimos una visita rápida al Jardín Botánico de San Francisco[15]. En el jardín, tiene una variedad de flores de alrededor del mundo, organizadas por hábitat, y donde incluso hay un sector con flora chilena.
Golden Gate
Nuestra primera parada fue en el mirador ubicado en la costa norte del puente. Luego de un corto descanso en el mirador y de que unos turistas latinos reconocieran nuestro acento chileno, nos dispusimos a caminar por el puente. Tras unos minutos caminando y varias fotos de variable calidad, volvimos a buscar nuestro auto para dirigirnos al destino final de este paseo: la Batería Spencer, una instalación militar abandonada que hoy en día sirve de mirador. Desde allí, se tiene una gran vista del puente, con San Francisco de fondo. Andy nos recomendó el lugar si queríamos tomar fotografías nocturnas del puente, oportunidad que no desperdiciamos.
Con una foto clásica de un paisaje clásico, termina esta primera mitad de nuestras des aventuras por la Bahía de San Francisco. ¡Hasta la próxima!